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¿Te has preguntado alguna vez porque el calendario de tu pared está organizado así?

Ya es diciembre, y muchos regalan calendarios para la casa, de esos en los que apuntamos los cumpleaños, las citas del médico, las fechas de los exámenes o el día límite para pagar a hacienda. Ahora hay incluso imprentas digitales por Internet que hacen calendarios de pared personalizados muy rápido y a buen precio. ¿Pero te has preguntado por qué los años tienen 12 meses? ¿Por qué cada cuatro años se añade un día a febrero?

El control del tiempo ha sido, y es, parte fundamental de la vida humana desde que tenemos noticias escritas de las primeras sociedades históricas. Así sabemos que los mayas, los chinos, los antiguos egipcios y las civilizaciones mesopotámicas tenían sofisticados métodos para medir el tiempo.

La razón detrás de este interés y este esfuerzo era eminentemente práctica: predecir los periodos de las labores agrícolas: cuándo sembrar y cuándo cosechar. Para ello se acudía a lo que se tenía más a mano: los ciclos de los astros. El periodo entre una salida de sol y la siguiente marcaba el día, los ciclos lunares, unos 28 días, el mes, y los ciclos estelares, el año.

De hecho, la posición de la estrella Sirio en el alba, visible de nuevo después de un tiempo en el que estaba oculta, señalaba el principio de las inundaciones del Nilo, información crucial para organizar la siembra y las divisiones de las parcelas. Por eso, Sirio era la estrella más importante para los egipcios, que la llamaban Sothis. Tal era la importancia de este fenómeno, que Heródoto, el famoso historiador y geógrafo griego, reconoció en sus escritos a los egipcios como los descubridores del año a partir del movimiento de las estrellas.

¿Por qué los años tienen 12 meses, los días 24 horas, las horas 60 minutos y cada minuto 60 segundos?

Los sumerios tenían sistemas de numeración basados en el 12 y en el 60. Ha habido gente que se ha preguntado por qué. Una de las explicaciones es bastante curiosa y está basada en los dedos de la mano. Con el pulgar de la mano derecha se contaban las falanges de los restantes dedos de dicha mano (4 dedos, 3 falanges por dedo igual a 12). Con la mano izquierda se subía un dedo cuando se agotaba cada conteo de 12 y se empezaba uno nuevo, y como son 5 dedos, pues 12 por 5 igual a 60. Esta es una de las razones por las que el año se organiza en 12 meses. La otra es que se intercalaba el ciclo lunar con el solar, que da aproximadamente 12 ciclos.

Por la misma razón nuestros días tienen 24 horas. Los romanos, que importaron los calendarios mesopotámicos a través de las invasiones de Alejandro Magno, dividían el día en periodos de 12 y la noche también. Como la duración del día y la noche varía durante el año, la duración de las horas sufría también una modificación. Sin embargo, la hora se dividía en un periodo de 60 partes, las minutiae primae, de dónde vienen nuestros minutos, y los minutos en las minutae secundae, origen de los segundos.

¿Por qué cada cuatro años el año tiene un día más que se añade a final de febrero?

La razón es que un año, es decir el tiempo en que la tierra da un giro completo alrededor del sol, no da un resultado exacto en días, sino que es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. Por eso cada cuatro años febrero tiene un día más. Es fácil ver que ese método es una aproximación, y por eso durante la historia se han tenido que hacer modificaciones cada cierto tiempo para reajustar el calendario a la realidad astronómica en la que se basa.

Ya pasó con la reforma de Julio César del año 46 a. C., y con la del papa Gregorio XIII, en el año 1582, el cual, siguiendo el consejo de la escuela de Salamanca, que descubrió que el año no era exactamente 365 días y 6 horas, decidió reajustar los 11 días que el calendario llevaba de adelanto desde la reforma juliana, y ordenó que del día 4 de octubre se pasara al 15.

Conociendo la historia, entendemos con más facilidad porque se habla del calendario juliano y del calendario gregoriano, y del origen y la necesidad de todos esos cambios (para, por ejemplo, no celebrar la semana santa en verano). Así que, cuando veamos nuestro flamante calendario el 1 de enero en la pared de nuestra cocina, de nuestro comedor o nuestro cuarto de estar, veremos un trozo de la historia del hombre en su intento por organizar el tiempo.

A partir de ahora ya no mirarás al calendario de tu pared de la misma manera ¿verdad?

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